Érase una vez un tipo corriente que vivía en un sitio aleatorio, en un pisito c

Érase una vez un tipo corriente que vivía en un sitio aleatorio, en un pisito común, con una hipoteca de por vida. Nada fuera de lo normal. Salvo por una afición de juventud, quizás una obsesión: el estudio del sistema reproductivo de las hormigas de cabeza roja, afición esta a la que no se podía dedicar por falta de tiempo y que con el paso de los años resultaría ser… ¡una bomba de relojería! «¡Ay, si fuera dueño de mi propio tiempo!», se quejaba nuestro tipo corriente. Este es el protagonista de nuestra historia, un anónimo ciudadano que, con una irracional idea de negocio en la que nadie cree, pone en jaque a la sociedad de consumo. Un tipo corriente que demuestra que cualquier sistema económico que no respete los derechos esenciales de los individuos está abocado al fracaso. Con una ácida e irónica visión de la empresa, del mundo industrial y del advenimiento del marketing de masas, Fernando Trías de Bes nos recuerda que son los ciudadanos los que sostienen las economías y que puede llegar el día en que los productos de consumo se conviertan en armas para una rebelión silenciosa de los ciudadanos contra los excesos y la irracionalidad del sistema. Con este libro el lector adquiere mucho más que unas páginas impresas, escritas con inteligencia por un autor de reconocido éxito y encuadernadas en un bonito formato. ¡Está adquiriendo tiempo! ¡Su tiempo! Fernando Trías de Bes El vendedor de tiempo Una sátira sobre el sistema económico ePub r1.0 TuDrep 31.10.14 Título original: El vendedor de tiempo Fernando Trías de Bes, 2005 Editor digital: TuDrep ePub base r1.2 «Todas las cosas nos son ajenas; sólo el tiempo es nuestro.» L. A. Séneca «La vida es, en esencia, tiempo. Fernando Trías de Bes nos ofrece una sátira que es una generosa invitación a la reflexión, una llamada a recuperar nuestro activo más valioso: nuestro tiempo. O mejor dicho: nuestra vida.» Álex Rovira Autor de La Brújula Interior. Coautor de La Buena Suerte «El vendedor del tiempo es una divertida historia y un excelente ejercicio de economía recreativa. Vale la pena dedicar un tiempo a leerla… y otro tiempo a reflexionar sobre ella.» Ferran Soriano Vicepresidente Económico del F. C. Barcelona «En El vendedor de tiempo, Fernando Trías de Bes combina una gran imaginación creativa y agudo ingenio narrador con la lógica y el rigor de las causaciones económicas para darnos una alegoría, parábola, o sátira, como dice él, de lo que nos puede pasar por no estimar suficientemente ese tesoro que es el tiempo, perdón: el T. Lo que nos da al final es una estupenda lección en priorizar lo que es importante en la vida.» Luis de Sebastián Catedrático de Economía de la Universidad Ramón Llull, ESADE, Barcelona Autor, entre otras obras, de Pies de Barro «Es un extraordinario ejemplo de lo que le sucede a una economía cuando no se asegura el funcionamiento libre de los mecanismos que equilibran los mercados, un ejemplo del desastre que se avecina cuando no se permite a los precios moverse con libertad, cuando se obliga a pagar por las cosas que deberían ser gratuitas o cuando se imponen impuestos innecesarios a una sociedad.» Xavier Sala i Martín. Catedrático de la Columbia University en Nueva York Fundador y presidente de la Fundación Umbele Premio Rey Juan Carlos de Economía A mi hijo Alejo, con todo mi amor, por si no soy capaz de transmitirle que su tiempo es sólo suyo. Agradecimientos Los libros tienen un solo autor, pero son siempre muchos los que lo hacen posible. A mi mujer, María del Mar, por sus ánimos constantes y la infinita paciencia que ha tenido conmigo en la gestación de este libro. A Frank Hendrickx, la primera persona a la que expliqué esta historia cuando ni tan siquiera había empezado a escribirla. Quizás él nunca lo supo, pero la conversación informal que mantuvimos durante un vuelo de Atenas a Barcelona me inspiró la manera de abordar su redacción. A Ricard Gresa, pues tuvo un papel fundamental en la redefinición de la extensión del primer manuscrito y me mostró cómo podía eliminar buena parte del mismo sin que por ello se viera alterada la historia. A Felipe Artalejo, pues me ayudó sobremanera a pulir algunos aspectos macroeconómicos que permitieron que esta historia tuviera visos de realidad. A Emilio Mayo y Álex Rovira por sus aportaciones y consejos a los primeros borradores de la historia. A Maru de Montserrat por el tiempo dedicado a la revisión de los diferentes manuscritos y por sus inestimables aportaciones. A Gregorio Vlastelica y Carlos Martínez, mis editores en Empresa Activa, por sus comentarios y recomendaciones y por confiar en este proyecto. A Carmen García Trevijano, alias Chituca, por su incansable labor en la promoción y difusión del libro y por la constante alegría con que impregna a todos los que colaboran y trabajan con ella. A Joan Salvador, maestro de la palabra, por sus sugerencias en la revisión de este texto. A Joaquín Sabater, padre e hijo, por el incondicional apoyo a la publicación de este libro cuando era solamente un proyecto. A Juan Carlos Tous por sus sugerencias acerca del carácter de TC, que me ayudaron a perfilar mejor su estructura de personalidad. A Juan José Nieto por sus sinceros comentarios, que me acabaron de convencer de la necesidad de incluir una reflexión final que aclarase la intención de esta historia. A Carmen Rafel por sus palabras de ánimo y por los inestimables consejos para la publicación de este libro. A todas las personas que leyeron el manuscrito original y cuyas aportaciones, sugerencias e ideas, se fueron incorporando de una u otra forma al libro: Borja Martín, José Luis Sánchez (padre e hijo), Rosa Castellví, Gemma Lerís, Guillermo y Mercedes Trías de Bes, Alexandra Llavina, Mercedes Segura, Natalia Lasaosa, Mario Alonso Puig, Ignacio Rafel, Jordi Nadal y Manel Armengol… Pero, sobre todo, quiero dar las gracias a Isabel Monteagudo, pues este libro nunca se hubiera escrito sin su apoyo. Hubo un momento en que, con el manuscrito acabado, decidí posponer su publicación durante unos años. Ahora estoy seguro de que sin su tesón y sus palabras de aliento jamás hubiera visto la luz, porque nunca lo hubiera retomado. Prólogo La gente tiene poco tiempo para leer. Así que imagínese el lector el poco que le queda a uno para escribir. Estos son motivos de suficiente peso para decidirme a escribir esta historia en su versión abreviada; es más práctico para todos. Con tal propósito, busqué en el diccionario la palabra Abreviar, cuya definición reproduzco a continuación: Abreviar: tr. Hacer breve, acortar, reducir a menos tiempo o espacio. Es decir, que una novela abreviada debe recortar tiempo y espacio al relato en cuestión. El texto escrito debe ocupar menos papel y su lectura, menos minutos al lector. Por eso, a partir de ahora utilizaré la letra «T» para referirme al vocablo «tiempo». Para el dinero, emplearé el carácter «$». No es porque el del euro sea menos valioso. El motivo es que mi ordenador es algo antiguo y su símbolo no aparece en el teclado. Eso simplifica las cosas. Hay un viejo dicho que reza: «El tiempo es oro». En inglés, «El tiempo es dinero». Pues bien, en el nuevo formato que acabo de inventar, este refrán se escribe así: «El T es $» Más, dispuestos a abreviar, empecemos por terminar ya este prólogo y pasar al capítulo Primero, que resumiremos como C1. Y es que seguro que usted tampoco dispone de demasiado tiempo. Perdón, T. C1 El A y el P de TC Cuanto aquí se relata le sucedió a un Tipo Corriente que vivía en Un Sitio Aleatorio. Emplearemos sus siglas: a él le llamaremos TC, pero de su país no utilizaremos las iniciales, pues en tal caso el lugar en cuestión dejaría de ser aleatorio. TC comenzó a interesarse por el sistema reproductor de las hormigas de cabeza roja (para resumir, las Hrmgas de Cbza Rja) desde muy pequeño. Su maestro de Ciencias Naturales de la escuela primaria explicó cómo se reproducían los mamíferos justo un día antes de que se desplomara el ascensor de su domicilio desde la quinta planta, con él en su interior. Milagrosamente, el profesor salió ileso, pero debido al susto contrajo la ictericia, así como una incurable tartamudez que aminoró considerablemente el ritmo del plan de estudios de TC y sus compañeros de clase. Lo que veían en una semana, ahora tomaba cuatro y, obviamente, no hubo T de completar todo el temario ni de llegar al capítulo del sistema reproductor de las Hrmgas de Cbza Rja, que era el que más interesaba a TC. Y como la duda llama al interés, desde entonces adquirió tal inquietud por las Hrmgas que jamás logró quitárselas de la Cbza. TC pasó sus años de formación obligatoria con intención de convertirse en biólogo, lo que le permitiría consagrarse en cuerpo y alma a los insectos. Sin embargo, cuando llegó el momento de acceder a uploads/Litterature/ el-vendedor-del-tiempo-pdf.pdf

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