Desarrollo y evolución de la Ciencia del Libro A pesar de los esfuerzos de cuan

Desarrollo y evolución de la Ciencia del Libro A pesar de los esfuerzos de cuantos vienen ocupándose de esta disciplina, no se ha llegado nunca a delimitar, con exactitud y justeza, los límites de la ciencia bibliológica. De ahí que algunos tratadistas la consideren similar a la Bibliografía, que es más bien el estudio, descripción y conocimiento del libro y de sus ediciones y en este sentido se emplea por los numerosos autores de moongrafías sobre la imprenta en los diferentes países, y por los cataloguistas de libros o escritos referentes a alguna materia determinada. Etimológicamente considerada, Bibliografía significa tratado del libro, y, en su más amplia expresión, la consideramos nosotros como el estudio general del libro en sus diversos aspectos. Si bibliógrafo es el que posee gran conocimiento de libros, o el que los describe desde el punto de vista de sus ediciones o materia de que tratan, también podremos llamar bibliólogo al que posea en general la ciencia de la definición de las palabras y reglas biblio- lógicas (aspecto técnico) y de la evolución, a través de las dife- rentes épocas de la humanidad, de cuanto se refiere al libro (as- pecto histórico). Según esto, la Bibliografía estudia el libro desde el punto de vista principalmente erudito, su formación, técnica, historia ge- neral y particularidades materiales que lo distinguen y completan, mientras que la Bibliografía lo describe y clasifica considerándolo en sí mismo para determinar el lugar que ocupa en el movimiento intelectual. Mas, como hemos dicho que la Bibliografía abarca el estudio completo del libro en todos sus aspectos, podemos con- siderar, como ramas del tronco común, a la Biblioteconomía, que establece las reglas para organización y funcionamiento de las Bibliotecas, y a la Bibliotecografía, que las describe en su aspecto externo, histórico y monumental. Reducida, pues, la Bibliografía a la expresión teórica de aque- 246 Desarrollo y evolución de la Ciencia del Libro llas disciplinas que se refieren al libro en general y a sus relacio- nes con otras ciencias principales o auxiliares, viene a convertirse también en una ciencia con todas sus características propias, dan- do lugar a numerosas producciones científicas y didácticas, ya que presenta un cuadro de conocimientos verdaderos y ciertos dentro de las tres condiciones esenciales de unidad, variedad y armonía. Puede decirse que hasta el siglo XVIII no surge la ciencia bibliológica como tal, ya que ni Ricardo de Bury, con su Philobi= bon, ni los tratados de Orsini, Panciroli, ni Giusto Lipsio pueden considerarse como contribuciones a la teoría bibliológica. El primero que plantó los jalones de la ciencia bibliológica fué en 1774 un austríaco, Michael Denis (1). director de la Bi- blioteca Imperial de Viena. Poco después Née de La Rochelle publica en Francia sus Discours sur la science bibliographique (París, 1782), al que siguió Gabriel Peignot con el Manuel Biblio= graphique (1801), el Dictionnaire raisonné de bibliologie (1802-4), el Répertoire bibliographique universal (1812) y el Manuel du bi= bliophile (1823). Ha de citarse también a Boulard con su Traité élementaire de bibliographie (1804). La ciencia bibliológica tuvo también en Alemania su iniciador con Latz (2), y en Inglaterra con la Introduction to the study of bibliographie (Londres, 1804), de Thomas Hartwell Horne. De Italia merecen destacarse Giulio Cesare Becellio con De bibliotheca instituenda ac ordinanda liber (Verona, 1747), Vin- zenzo Mortillaro, Studio bibliográfico (Palermo, 1827), Domenico Rossetti di Scander, Saggio di bibliotecnia (Trieste, 1832), Vin- zenzo Cordaro-Clarenza, Ragguali bibliografici (Catania, 1839) Giuseppe Cardile, Studi fondamentali delle scienza bibliográfica (Palermo, 1850), Tommaso Gar, Letture di bibliología (Turín, 1868), Giuseppe Ottino, Brevi cenni di bibliografía (Florencia, 1878), etc., etc. En España durante el siglo pasado, los señores Rosell, cate- drático, y Campillo, profesor de la asignatura de Bibliografía e Historia literaria en la Escuela Superior de Diplomática, convi- nieron ya en llamar Bibliología a la parte más esencial de los co- nocimientos que al libro se refieren, e idénticos principios susten- (1) Michael Denis. Grundriss der Bibliographie (Viena, 1774). Más tarde publicó Einleitung in der Bücherkunde (Viena, 1795-96). (2) Handbuch für Bücherfreunde un Bibliotheka e, Halle, I788-95). Jaime del Burgo 247 tó D. Angel Allende Salazar en su extensa y bien orientada intro- ducción a la Biblioteca del Bascófilo (3). Puede, pues, afirmarse que enarbolada en el siglo XVIII la bandera de la ciencia bibliológica, surgieron por todas partes de- fensores de sus postulados, de forma que lo que empezó como tenue o balbuceo, se" tradujo en el siglo XIX en todo un cuerpo de doctrina que pretendía regir incluso el funcionamiento de las bibliotecas. Véase si no, el English gentleman's Library (Lon- dres, 1827), de Goodhug, el Manual pratique du bibliothécaire, de Maire (París, 1896) y los tratados de Graesel, Kleemeier, Duff Brown y otros. Corrresponde a Francia el honor de haber sido la primera na- ción de Europa en proponer la enseñanza de la Bibliología con un programa propio y determinado, obra de Achard que preparó el terreno a la École des chartes, fundada en 1821. Esta docta ins- titución dedicó al principio sus atenciones al libro manuscrito, pero más tarde, en 1880, en vista del desarrollo de la ciencia bi- bliológica estableció un curso bienal de bibliografía y de biblio- teconomía, confiriendo título de estudios. No faltaron en Alemania intentos de establecer los estudios bibliológicos en las universidades. En 1830 Schrettinger proponía el cuadro básico de dichos estudios, que fue acogido con entusias- mo por Rullmann y numerosos bibliotecarios. Sin embargo la Bibliología no entró en la Universidad hasta que Carlos Dziatzko inauguró su cátedra en 1886 en la Universidad de Gottinga que se ha mantenido hasta el presente por ilustres bibliólogos. En 1909 se estableció oficialmente en Berlín una comisión superior que confería títulos de bibliotecario, a la que siguió la apertura de cursos de Bibliología en varias universidades, dos de los cuales correspondieron a Berlín y a Leipzig. En Inglaterra, la Asociación de Bibliotecarios del Reino Uni- do tuvo al principio a su cargo la preparación técnica de los biblio- tecarios. En 1920 se constituía en Londres una escuela de Biblio- teconomia en el University College que se llamó School of Libra- rianship, y que ha contribuido ampliamente al desarrollo universal de los estudios bibliológicos. En Bélgica, antes de la guerra, había cursos prácticos para (3) Biblioteca del Bascófilo. Ensayo de un catálogo general sistemático y critico de las obras refe- rentes a las provincias de Vizcaya, Guipúzcoa, Alava y Navarra. Madrid, 1887. 248 Desarrollo y evolución de la Ciencia del Libro los que se exigía una profunda preparación, y desde 1900 se ins- tituyó en la Universidad libre de Bruselas, un curso de Bibliote- conomía. En Austria, donde como hemos visto se iniciaron como quien dice esta clase de estudios, hubo enseñanza bíbliológica hasta 1862. En Praga y en Bratislava hay cátedras de ciencia biblioló- gica. En 1920 se fundó una Escuela para Bibliotecas en Dina- marca. En Polonia existían cursos de Bibliología en Varsovia: en 1922-23 se instituían en Poznán y en 1924 en Cracovia. En Suiza, eminentes asociaciones culturales dan cursos de Bibliología y bibliografía. En Rumania corresponde a una escuela de paleografía y archivología la enseñanza de la Bibliología y la Biblioteconomía. En Bulgaria funciona una cátedra especial en la Universidad de Sofía. Igualmente existen cátedras en las uni- versidades de Yugoeslavia, y no faltan tampoco en Hungría, en Noruega, en Suecia y en Rusia. En 1913 se fundó en Moscú una escuela de Biblioteconomía que en pocos años preparó tres mil bibliotecarios. En Italia se hizo una reglamentación de Bibliotecas en 1869. En 1885 se dispuso que se establecieran cursos de Bibliología y biblioteconomía en las principales bibliotecas del país, aunque esta disposición no se llevó a la práctica. Existen, empero, cursos de enseñanza bibliológica debido a la iniciativa privada. En España se creó en 1856 la Escuela Superior de Diplomá- tica de Madrid y por R. D. de 17 de Julio de 1858 se dispuso la creación del Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, cuyos miembros debían obtener el título en la expresada escuela. Actualmente, en las bibliotecas de Madrid y Barcelona se dan cur- sos de Bibliología a cargo de competentes profesores. No van a la zaga de Europa las naciones americanas, sobre todo los Estados Unidos, que en 1881 establecían un curso libre de Bibliografía en la Universidad de Ann Arbor, y poco después el ilustre bibliógrafo Melvil Dewey, autor de la Clasificación bi- bliográfica decimal, fundaba en el Columbia College de Nueva York una Escuela de Economía librera. Desde entonces el estudio de la Bibliología ha tenido transcendental desarrollo en los Esta- dos Unidos, donde el funcionamiento y organización de las biblio- tecas ha llegado al más alto grado de perfección. Jaime del Burgo. uploads/Litterature/ dialnet-desarrolloyevoluciondelacienciadellibro-2243587.pdf

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