MILAGROS PRODIGIOSOS Y HECHOS MARAVILLOSOS EN LAS CANTIGAS DE SANTA MARÍA MERCE

MILAGROS PRODIGIOSOS Y HECHOS MARAVILLOSOS EN LAS CANTIGAS DE SANTA MARÍA MERCEDES BREA Universidad de Santiago de Compostela De todos es sabido que Alfonso X llamó Cantigas a las compo- siciones contenidas en este «livro» ' porque, efectivamente, su in- tención no era otra que cantar ^ a Santa María, sus excelencias, ' El Rey Sabio designa con este nombre su cancionero marial en el «Prologo A», V. 19: «este livro, com'achei, / fez a onrr'e a loor», y en la ctga. 209, tanto en la «razó» (que explica cómo curó de un gran dolor porque «poseron-lle de suso o livro das Cantigas de Santa Maria») como en el v. 29 («E os físicos mandavan-me póer / panos caentes, mas nono quix fazer, / mas mandei o Livro déla aduzer»); y probablemente también en la ctga. 341, 83 («e tan tosté o miragre meteron ontr'os mayores / miragres eno gran livro, en que outros muitos jazen»). En otras cantigas, se habla de «libro» refiriéndose a diversas colecciones de milagros en las que «en- contró escrito» alguno de los prodigios que relata. Es particularmente interesante la referencia contenida en la ctga. 209, porque parece aludir a la colección origina- ria, de 100 cantigas, que estaría ya terminada y probablemente copiada en un códice antes de la estancia del rey en Vitoria (entre agosto de 1276 y marzo de 1277); y también la de la ctga. 341, porque incide una vez más en la voluntad real de organizar un cancionero grandioso en el que confluyen milagros de diversas proce- dencias. Utilizamos la ed. de Alfonso X, el Sabio, Cantigas de Santa María, de W. Mettmann, Madrid, Castalia, 1986. ^ El Rey Alfonso habla constantemente de cantares (prólogo A, 25; pról. B, 41; ctga. 47, 13; 107, 9; etc. etc.), de cobras e son (64, 6; 188, 8; 106, 9; 293, 8), especificando claramente su fínalidad, desde el primer prólogo: este livro, com'achei, fez a onrr'e a loor Da Virgen Santa Maria, que éste Madre de Deus, en que ele muito fia. Poren dos miragres seus fezo cantares e sóes, saborosos de cantar, Revista de Literatura Medieval. V, 1993, pp. 47-61. 48 MERCEDES BREA S U S virtudes y las gracias y favores que concede a sus devotos. Pe- ro, si dejamos a un lado las «cantigas de loor» (todas las corres- pondientes a las decenas, además de la 409), las de «petifon» (401 y 402), «sete pesares» (403), «das Mayas» (406), «das cinco festas de Santa Maria» (410-415) y todas las que siguen a éstas (hasta la 427, que es la última), que cantan los hechos más importantes de la vida terrena de María, el resto (nada menos que 356 cantigas) podrían agruparse, como las colecciones similares de Gautier de Coin- ci ^ o Gonzalo de Berceo ^, bajo la «etiqueta» de Miragres ', pues- to que (por supuesto, con esa finalidad claramente didáctica de fo- mentar el culto a la Madre de Dios) relatan milagros de todo tipo que la tienen a Ella por protagonista principal. 1. Y la propia denominación de milagro * nos pone en contacto inmediatamente con el concepto de 'prodigio' o 'maravilla', puesto que, aunque las «maravillas» de la evolución lingüística presenten hoy resultados aparentemente bien diferenciados ^, milagro y mara- villa ' tienen un origen común ': el verbo latino MIRARI 'asombrar- todos de sennas razdes, com'y podedes achar. ' Vid. Gautier de Coinci, Les Mitades de Nostre Dame, ed. de F. Koenig, Géne- ve, Droz, 2.' éd., 1966-1970. * Vid. Gonzalo de Berceo, Los Milagros de Nuestra Señora, est. y ed. de B. Dutton (vol. II de las Obras completas), Londres, Tamesis Books Ltd., 1971. ' Como los Miragres de Santiago, del s. xiv. La denominación genérica de «m/- racles» no impide, de todos modos, a G. de Coinci incluir también en su colección varias ((chansons» —equivalentes a las «cantigas de loor» de Alfonso X—, que apa- recen encabezando el «premier Livre» con un prólogo propio (vid. I Pr 2 (D.2), ed. de Koenig, I, pp. 20-23), y otras varias al comienzo de «la seconde partie» (III, pp. 265 y ss.), para terminar —igual que haría luego Alfonso X— con «li salu Nostre Dame», «oroison», «les cinc joies», ... (IV, 544-592). ' Para todo lo relacionado con la dinámica milagrosa, vid. P. A. Sigal, L'hom- me et le miracle dans la France médiévale (XI'-XW siécle), Paris, CERF, 1985. No creemos necesario recordar que milagro es un semicultismo (con metátesis de liquidas) procedente de MIRACUIUM, y maravilla un descendiente también semicul- to de MiRABiLiA (pl. neutro de MIRABILIS), con cambio en /a/ de la vocal átona inicial (para los problemas relacionados con este cambio fonético, vid. J. Coro- minas-J. A. Pascual, Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, Madrid, Gredos, IV, 1981, s. v. mirar, nota 11). ' No nos ocuparemos aquí de la distinción que algunos autores han intentado establecer entre 'fantástico' (en ocasiones, también 'extraño') y 'maravilloso'. Un resumen del estado de esta cuestión —lamentablemente, sin referencias bibliográficas— puede verse, entre otros, en A. González Salvador, «Merveilleux et fantastique: essíü de délimitation», en J. Frólich (ed.), Colloque international et interdisciplinaire sur les DiMENSioNS Du MERVEILLEUX (Oslo, 23-28 juin 1986), Universitetet i Oslo, 1987, ni, pp. 262-269. Vid. D. Kuntsmann, Vierge et merveille. Les miracles de Notre-Dame narratifs «CANTIGAS DE SANTA MARÍA» 49 se', 'mirar con asombro o admiración', a su vez derivado del adj. MiRus 'asombroso, extraño, maravilloso'. Sin pretender reconstruir en este momento la historia completa de esta familia, recordemos que ya en lat. era raro el uso de MIRUS como epíteto, función para la que se prefería MiRAsais, que al final acabaría por reemplazarlo totalmente en latín imperial ^°. No deja de ser curioso que MIROR no haya conservado el significado de 'asombrarse' más que en ru- mano, puesto que todas las demás lenguas románicas asumieron el de 'mirar' ", habilitando para el sentido originario otros térmi- nos (entre ellos los cultismos que remiten a ADMIROR, que ya no se diferenciaba en latín de MIROR más que por su matiz laudativo). MIRACULUM era toda 'cosa asombrosa', y fue precisamente la lengua de la Iglesia la que lo fijó con la acepción de 'prodigio, milagro' (Du Cange define el adverbio MIRACULOSE como 'Divino et mirabili modo'), al tiempo que favorecía también el uso de MIRA- BILIS (literalmente, 'que puede ser contemplado con admiración', 'que puede asombrar' *^) y, en particular, el de su pl. neutro MIRA- BiLiA, con frecuencia complementado por un genitivo MUNDI o DEI. En consecuencia, es posible (aunque puede que también discuti- ble) que no todas las maravillas sean milagros, pero sí parece segu- ro que, en mayor o menor medida, todos los milagros son maravi- llas, al menos desde el punto de vista etimológico. J. Le Goff *' au Moyen Age, París, Seuil, 1981, pp. 12-13: «La merveille est le miracle (deux termes quasi synonymes dans ce genre de narration, et d'étymologie voisine), c'est-á- dire suivant la définition scolastique «ce qui est effectué par Dieu en dehors des causes qui nous sont connues» (illa quae a Deo fiunt praeter causas nobis notas miracula dicuntur)». '° Para estos datos, vid. A. Ernout-A. Meillet, Dictionnaire étymologique de la langue latine. Histoire des mots, Paris, Klincksieck, 1932, s. v. mirus. " Y el de 'mirarse', coherente con el uso deponente del verbo latino, que nos lleva también a miralh, miroir, etc.: vid. Ch. du Fresne, sieur Du Cange, Clossa- rium mediae et infimae latinitatis, Akademische Druck-U. Verlagsanstalt, Graz, 1954, IV, s. V., que documenta en lat. med. el término MÍRALE con el significado de 'spe- culum', y MiRAKi, M I R A R E como 'Sese in speculo intueri' (Recordemos que algunas colecciones medievales de milagros llevaban también el título de Speculum). Du Cange registra también MIRABILIS en el sentido de 'Ingens, maximus' y comenta el uso me- dieval del fr. merveilleux («pro Ferox, superbus, arrogans» y, como derivado de merveiller, «pro Stupefactus, territus»). '^ El sufijo -BILIS indica 'posibilidad': vid., entre otros, J. Marouzeau, Quelques aspects de la formation du latin littéraire, Paris, Klincksieck, 1949, que distingue (p. 37), en los derivados con este sufijo, entre adjetivos de valor (positivos o poten- ciales) y adjetivos verbales (activos o pasivos). " Vid. J. Le Goff, Lo maravilloso y lo cotidiano en el Occidente medieval, trad. de A. L. Bixio, 2.' ed., Barcelona, Gedisa, 1991, pp. 13-15. Es interesante también la referencia que hace a las fronteras de lo maravilloso y a las formas de recuperación de éste en pp. 15-17. 50 MERCEDES BREA trata de establecer una distinción entre los contenidos que abarca- rían en los ss. xii y xiii los conceptos de MIRABELIS, MAGICUS y MIRA- C U L O S U S , en virtud de la cual MIRABILIS se correspondería con «nues- tro maravilloso con sus orígenes precristianos» (p. 13), MAGICUS con lo sobrenatural maléfico, satánico, y MiRACtaosus con lo maravillo- so cristiano; en este sentido, pues, «lo miraculosus era sólo una parte de lo maravilloso y [...] hasta tenía uploads/Geographie/ milagros-prodigiosos-y-hechos-maravillosos-en-las-cantigas-de-santa-maria.pdf

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