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HAL Id: halshs-00176247 https://halshs.archives-ouvertes.fr/halshs-00176247 Submitted on 3 Oct 2007 HAL is a multi-disciplinary open access archive for the deposit and dissemination of sci- entific research documents, whether they are pub- lished or not. The documents may come from teaching and research institutions in France or abroad, or from public or private research centers. L’archive ouverte pluridisciplinaire HAL, est destinée au dépôt et à la diffusion de documents scientifiques de niveau recherche, publiés ou non, émanant des établissements d’enseignement et de recherche français ou étrangers, des laboratoires publics ou privés. Paratextos de algunos libros de poesía del Siglo de Oro: estrategias de escritura y poder Monique Güell To cite this version: Monique Güell. Paratextos de algunos libros de poesía del Siglo de Oro: estrategias de escritura y poder. Paratextos de algunos libros de poesía del Siglo de Oro: estrategias de escritura y poder, Nov 2006, Madrid, España. 20+5p, 2008. <halshs-00176247> 1 Paratextos de algunos libros de poesía del Siglo de Oro: estrategias de escritura y poder «Si las plumas quemo, gano memoria» Jerónimo Lomas Cantoral Con las necesarias tasas, licencias, privilegios y aprobaciones, las dedicatorias, los prólogos diversos y los poemas encomiásticos acompañan el libro hasta su último destinatario, el lector, ofreciendo valiosas informaciones sobre la creación o la recepción de la obra, exponiendo a veces teorías poéticas o pautas en las polémicas literarias. Algunos libros de poesía tienen un aparato paratextual escueto, otros más que profuso. Un ejemplo de parquedad se halla en la edición princeps del Viaje del Parnaso de Cervantes (1614), con una dedicatoria de cinco líneas, un prólogo al lector de semejante tamaño, un epigrama en latín y un soneto lleno de humor escrito por el mismo Cervantes. En el polo opuesto están las Obras de Don Luys Carrillo y Sotomayor, editadas póstumamente. En la edición de 1611 preparada por su hermano Alfonso, impresa por Juan de la Cuesta, figuran, después de las aprobaciones y tasa, una dedicatoria a don Manuel Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, una elegía de Antonio de Monroy a la muerte del poeta, una canción de Quevedo, otra de don Alonso, tres composiciones en latín (una elegía de Luis Tribaldos de Toledo, un epitafio en prosa de Alfonso Carrillo, otro de Quevedo), un texto al lector de Alonso Carrillo; la segunda edición, impresa por Luis Sánchez en 1613, añade cuatro sonetos. Cierra los preliminares un texto anónimo, «Desta segunda impresión al lector». 2 Analizaremos aquí los paratextos de algunos libros de poesía del Siglo de Oro, limitándonos al corpus siguiente: Jorge de Montemayor, Francisco de Figueroa, Fernando de Herrera, Vicente Espinel, Jerónimo Lomas Cantoral, Luis Carrillo y Sotomayor, Lope de Vega y Cervantes1. Habida cuenta de la complejidad del proceso de transmisión de los textos poéticos en dicho período, la constante presencia de una dedicatoria a un noble pone de manifiesto la necesidad de un tercer miembro en el cuerpo formado por el autor y su obra, el dedicatario, en el proceso de la transmisión del libro; la ausencia de dedicatoria sería tanto más significativa, y por la peculiar condición socio-económica del escritor en el Siglo de Oro, con frecuencia al servicio de un noble, resultaría algo muy improbable. Siguiendo la terminología de Gérard Genette en Seuils2, distinguiremos las dedicatorias de enunciación «autorial» cuando fueron compuestas por el propio autor, o las de enunciación «alógrafa», como ocurre en las ya mencionadas Obras de Don Luys Carrillo y Sotomayor, las Obras de Francisco de Figueroa (por Luis Tribaldos de Toledo) o los Versos de Fernando de Herrera emendados i divididos por el en tres libros (de Pacheco), lo cual implica pragmáticas y estrategias distintas. Sin lugar a dudas, la dedicatoria aparece como el espacio de una transacción, una pragmática y una estrategia3. Como texto autónomo, cabe estudiar la especificidad de su escritura encomiástica, en relación directa con la noción de homenaje. El enfoque elegido en el análisis del discurso de la dedicatoria privilegiará las relaciones de poder y de dependencia entre el autor del libro y/ o de la dedicatoria y el dedicatario, relaciones en que la noción de homenaje a un protector resulta ser compleja. Más allá de la aparente homogeneidad en la petición de amparo y protección y en el empleo de una retórica codificada, aparecerán diversas estrategias de escritura en función de unas pragmáticas particulares. 1 Dejamos de lado el sugerente análisis de los títulos, elemento paratextual de singular importancia. 2 GENETTE, Seuils, p. 14. 3 La dificultad de evaluar la participación del noble en la financiación del libro o de estudiar la hipótesis de una retribución financiera de ciertas dedicatorias nos obliga a descartar este aspecto pragmático, puesto que, como dice Jaime Moll, «se ha abusado al considerar como mecenas a personas a quienes se dedica un libro, cuyo escudo nobiliario, en muchos casos, si lo tienen, aparece en la portada. Son pocas las ocasiones en que los llamados mecenas financiaron una edición»4. La primera huella del dedicatario aparece en la mismísima portada o frontispicio: título del libro, nombre del autor y del dedicatario, cuya mención de los títulos nobiliarios ocupa mayor espacio que el del autor, cuando éste carece de ellos. Es en la portada donde se forma un circuito cerrado, una triada indisoluble, un «generoso nudo» - para retomar un concepto gongorino - que nos recuerda que sin dedicatario no hay libro. La proximidad espacial es el primer signo para el lector de una relación privilegiada que recalca la función de aval del dedicatario-protector: Le dédicataire est toujours de quelque manière responsable de l’œuvre qui lui est dédiée, et à laquelle il apporte, volens nolens, un peu de son soutien, et donc de sa participation. Ce peu n’est pas rien: faut-il rappeler encore que le garant, en latin, se disait auctor ?5 Partiendo de la equivalencia por la etimología latina entre aval y autor, analizaremos de modo somero, en un primer tiempo, la configuración espacial de la portada de algunos libros de poesía; en un segundo tiempo, la representación de unas relaciones de poder, mediante unos tópicos recurrentes, a saber la humilitas del yo, la superioridad del noble, el atrevimiento gracias al mito de Ícaro, en un tercer tiempo la escritura de esta relación: la retórica del encomio con sus hipérboles y lítotes. 3 Seuils, p. 8. 4 MOLL, «El libro en el siglo de Oro», citado por CAYUELA, Le paratexte au siècle d’or, p. 63. Sobre la dependencia económica de los escritores, véase el capítulo « La production du livre ». 5 Seuils, p. 127. 4 I- La configuración de la portada En las Obras de don Luys Carrillo y Sotomayor, la disposición espacial, tipográfica e iconográfica de la portada de la edición de 1613 (fig.1, p. 00) evidencia la relación privilegiada del dedicatario con el libro: el título, seguido del nombre del autor y su calidad de comendador y cuatralbo de las galeras forman un triángulo cuyo vértice coincide con el nombre del dedicatario, A don Manuel, en negrilla y del mismo tamaño que el título y el nombre del autor. Es curioso notar que el nombre del autor se acompaña de una brevísima biografía: su título de comendador y su función de cuatralbo de las galeras, así como su lugar de nacimiento, Córdoba, dato no muy frecuente en la portada del libro impreso, aunque el dato es falso pues nació en Baena6. Lo escrito se inserta entre las columnas de un templo o palacete, coronado por el escudo del Conde de Niebla, entre las dos cornucopias de la Fortuna. Dejándonos llevar por la imaginación, la imagen así formada que nos viene en mente es la del reloj de arena, objeto que simboliza el paso del tiempo y perenniza el don de la obra al Conde de Niebla. Se crea, de modo muy sutil, un efecto de anamorfosis potencial que el lector descifrará, en pleno siglo de las vanidades pictóricas7. La representación de un templo o palacete, que ostenta la potencia y lustre del noble, no puede menos que recordar también el sentido de ofrenda sagrada en la primera acepción del verbo dedicar: «Destinar, aplicar, consagrar alguna cosa a Dios nuestro Señor, a su Madre Santísima, o a los Santos, o a otros usos o fines, aunque sean profanos»8. Ingeniosamente, la portada del libro plasma el sentido religioso y profano del verbo dedicar. La portada de las Obras de don Francisco de Figueroa (publicadas póstumamente en 1625 y en 1626) proporciona más información sobre el editor, Luis Tribaldos de Toledo, y el dedicatario, don Vicente Noguera que sobre el poeta. Aquí no es una sino dos brevísimas biografías las que nos presentan: OBRAS DE DON FRANCISCO DE FIGUEROA 6 Véase la introducción de Rosa Navarro Durán en su edición de las Obras de don Luis Carrillo y Sotomayor. 7 Agradecemos la sugerencia al Dr. Fernando Rodríguez de la Flor. 5 LAUREADO PÍNDARO HESPAÑOL PUBLICADAS por el Licenciado Luis Tribaldos de Toledo, Chronista mayor del Rey nuestro señor por las Indias; Bibliotecario del conde de Olivares, Duque, i gran Canciller, &. DEDICADAS a Don Vicente Noguera, uploads/Geographie/ paratextos-y-libros.pdf

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