Los Inquisidores 1. Leyes contra la Brujería. -Comienzos de la Edad Media Veamo
Los Inquisidores 1. Leyes contra la Brujería. -Comienzos de la Edad Media Veamos ahora una serie de las leyes civiles antiguas que consideraban posibles las metamorfosis y los poderes de las hechiceras. El "Código Teodosiano" condena la magia, incluye la pena capital para los que celebren sacrificios nocturnos en honor de los demonios. De igual manera continúa el "Codex Iustinianus". El "Fuero Juzgo" de la época de Chindasvinto condena toda la magia. Los reyes francos reprimieron la magia, porque en las Galias, en el Bajo Imperio romano y después, abundaban las hechiceras, a veces, equiparadas con los "druidas" y llamadas druidesas. En el año 743 se publicó un edicto de Childerico III que prohíbe el sacrifico a los muertos que se hacían junto a las iglesias, prohíbe los sortilegios, la adivinación, los augurios... Carlomagno en el siglo VIII promulgó leyes en las que se castigaba con la pena de muerte a quienes provocaban tempestades que estropeaban las cosechas, hacían estéril al ganado o causaban enfermedades a otras personas. Las leyes civiles contra la Brujería, en los siglos VIII y IX eran mucho más duras que las de la Iglesia, por lo que ésta tuvo que dictar disposiciones para moderar los excesos de la ley civil. J. B. Thiers en el "Traité des superstitions" hace una recopilación de todas las condenas severas contra la magia y advierte que los mismos magos son objeto de engaños y de ilusiones y que los jueces no deben ser tan severos. En la misma línea el año 813 el Concilio de Tours promulga que los magos y hechiceras no pueden adivinar nada, ni ocasionar daño ni a las personas, ni a las bestias enfermas o moribundas, y que sus tramoyas no son más que engaños y ardides del demonio. El arzobispo de Lyon Agobardo (779-840) censuró y criticó a quienes creían en la magia. El año 789 una "capitulatio" de Sajonia condena la creencia en "strigae". Gregorio VII ordena que se evitara la persecución de mujeres inocentes bajo pretexto de que habían causado tempestades y epidemias. Sin embargo, el año 839 la conclusión del Concilio de París fue la plena convección en los efectos de los hechizos. Documentos religiosos anteriores lo que condenaban era creer en brujería, y encomendaban a los sacerdotes la misión de velar por que sus feligreses no cayeran en las ilusiones de Satán, que era quien les hacía ver esos fenómenos inexplicables (como creerse capaces de volar a lomos de bestias salvajes o ver tal cosa). Esto se recoge en el Canon Episcopi, que parece ser del Concilio de Ancyra, del año 314, aunque los historiadores actuales lo dudan. El Canon episcopi apareció incluido en el Decreto de Graciano de 1140. Brujas caníbales 2. La práctica inquisitorial. El primer manual apareció a principios del siglo XIV, obra de Bernard Gui, tiutlado "Practica Inquisitiones haerticae pravitatis". El es uno de los personajes principales de la novela "El nombre de la rosa" de Umberto Eco, en la cual él aparece como un individuo fanático, cruel y despótico que se opone ferozmente a los razonamientos lógicos, prefiriendo someterse enteramente a su inquebrantable fe en Dios, así pues a las creencias y supersticiones de su época. Gustav Henningsen afirma que el manual más antiguo fue escrito por el inquisidor Bemard Gui sobre 1324, bajo el título "De sortilegis et divinis et invocatoribus demonorum" se citan diversas prácticas mágicas y de adivinación, junto con algunos conjuros al demonio. Lo más que se acerca a las brujas, es al comentar sobre "fatis mulieribus quas vocant 'bonos res' que, ut dicunt, vadunt de nocte". La “cosa buena” es un eufemismo que la gente utilizaba para referirse a las hadas. En 1376 apareció el famoso "Directorium Inquisitorum" del dominico catalán Nicolau Aymerich en el que clasifica la brujería en tres clases: el culto y vasallaje total al demonio, los que ruegan al demonio para que sea mediador ante Dios y los que invocan al demonio con magia. Si el practicante se dirige al demonio diciéndole "te mando", "te ordeno", no es hereje, pero si le dice "yo te ruego", "te pido"... es manifiestamente hereje; incluye el decreto del papa Juan XXII, de 1326, contra diversas formas de culto al demonio. Le siguió la publicación del "Formicarius" de Johanes Nider, escrito entre 1435 y 1437, que habla de los brujos suizos. La cumbre de los manuales inquisitoriales llegaría con la publicación en 1486 del "Malleus maleficarum", escrito por los obsesos Enrique Institor (Kraemer) y Jacobo Sprenger. En la primera parte se narran las acciones de las "maléficas" y su colaboración con el Demonio; la segunda expone hasta dónde llega el poder de las brujas y, después, cuenta como destruirlas; en la tercera parte hallamos las ideas de los autores: para iniciar una causa basta la acusación o denuncia de un particular, sin pruebas; también sirve el testimonio de un niño y el de los enemigos de la persona acusada; el juez tiene plenos poderes y decide se un acusado debe defenderse o no; el tormento debe usarse a discreción y, si no declara, es porque encanto diabólico; el arrepentimiento no libra de la muerte... Personas como estas han sido las que durante siglos han estado dirigiendo las riendas de la sociedad y de la Iglesia. Los autores del "Maellus" organizaron muchísimas persecuciones e indujeron a quemar muchas mujeres. Y, aunque sólo sea para despreciarlos, me voy a permitir el lujo de citar a una serie de inquisidores que persiguieron y promovieron quemas de brujas como: Pedro de Berna en Suiza, Juan XXII, Eugenio IV (1437- 1445), Calixto II (1457), Pío IV (1459), Alejandro VI (1494), Julio II y Leon X (1521), Adriano VI (1523) y Clemente VII en 1524. También fueron famosas las quemas de 1446 en Heidelberg y la de 1456 en Colonia. Por otra parte, debemos saber que los teólogos y los filósofos escolásticos, en la mayoría de los casos se opusieron a estas barbaridades, sin embargo, los juristas las aceptaron de buen grado y desarrollaron leyes todavía peores: la batalla entre los enfermos obsesos y la razón duró más de dos siglos. 3. Cómo se probaban las acusaciones Julio Caro Baroja no comparte las críticas fáciles a los “cazadores de brujas” que podamos efectuar en la época actual, pues dice que tenemos que meternos en la piel de esos inquisidores para comprender sus acciones, las cuales devienen de unas creencias que son las que regulan sus actos. Sin embargo, no puedo resistirme a calificar a un Pierre de Lancre, que a principios del siglo XVII quemó a más de 600 personas como un vil y repugnante ser humano, por muy ciudadano honrado que se creyera o pensaran de él en aquella época. Recordemos que cuando estaba matando personas, ya había otros escritores y religiosos que le advertían sobre la inverosimilitud y la falta de realidad de las acciones brujeriles. Pero dejemos el asunto y vayamos al grano. Quema de brujas Los juicios que se llevaban a cabo por brujería distaban mucho de ser ejemplo de justicia. Para la acusación bastaba la sospecha, no eran necesarias pruebas, no había opción a defensa y las confesiones o delaciones hechas bajo tortura eran usuales y totalmente válidas. Incluso si el sospechoso no confesaba después de ser torturado, esto se interpretaba a veces como un signo más de lo fuerte que era la intervención del Diablo. Una vez apresada una bruja, aparecían muchas más en la zona, porque se afirmaba que el Diablo andaba cerca. Sin embargo, estas confesiones se pueden explicar por una suerte de psicosis colectiva, por lo contagioso de los suicidios, o por la rebeldía contra unas leyes completamente injustas. H. Ch. Lea en "Histoire de l'Inquisición au Moyen Age" afirma que los procedimientos inquisitoriales contribuyeron mucho a que los acusados se declararan culpables, porque en estos procesos reinaba el fraude, las torturas físicas y morales, los testigos falsos o interesados... 4. Voces disidentes y sátiras contra las creencias en brujas En la historia de la Brujería podemos encontrar tres posturas frente a la realidad de los hechos que les imputan: 1. Los que conciben a las brujas al modo medieval antiguo ("Canon Episcopi"), como adoradoras de unas divinidades paganas. 2. Los que afirman que asisten al "Sabbat" presidido por Satán, con el que han firmado un pacto. 3. Los que niegan la realidad de ambos tipos de reuniones, atribuyendo lo que dicen las brujas a: el procedimiento judicial con tormentos, los estupefacientes y la debilidad física. La Iglesia puso gran empeño en las sátiras, porque servían para convencer al pueblo llano de la inconveniencia de creer en los vuelos nocturnos de las brujas y de las tropelías que se les achacaban. Juan de Salisbury en "Policraticus" ridiculiza los sabbats que decía estaban protagonizados por unas pobres mujercillas y hombres de los más simples. Vicente de Beauvais escribió en el siglo XIV "Speculum morale", en los que afirmaba que la clave estaba en los sueños, puesto que la Brujería no era más que sueños de vejezuelas parleras y uploads/Geographie/ los-inquisidores.pdf
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- Publié le Aoû 11, 2021
- Catégorie Geography / Geogra...
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