BYRSA arte, cultura e archeologia del mediterraneo punico 17-18/2010 Agorà & Co

BYRSA arte, cultura e archeologia del mediterraneo punico 17-18/2010 Agorà & Co. Laborem saepe Fortuna facilis sequitur ©2012, Agorà & Co., Lugano proprietà artistica e letteraria riservata per tutti i paesi È vietata la traduzione, la memorizzazione elettronica, la riproduzione totale e parziale, con qualsiasi mezzo, compresa la fotocopia, anche ad uso interno o didattico issn 1721-8071 Volume pubblicato con il contributo dell’Alma Mater Studiorum Università di Bologna, sede di Ravenna, Dipartimento di Storie e Metodi per la Conservazione dei Beni Culturali 7 SOMMARIO Enrico Acquaro Note antiquarie 9 Giovanni Garbini Il punico del Poenulus 19 Lorenzo Mancini L’architettura templare di Cartagine alla luce delle fonti letterarie e delle testimonianze materiali 39 Juan Antonio Martín Ruiz El urbanismo en la colonia fenicia de Malaca 73 73 El urbanismo en la colonia fenicia de Malaca juan antonio martín ruiz Abstract We study the evolution of the urbanism in Phoenician colony of Malaca from his origins up to the Roman conquest. For it the principal architectural characteristics appear together with the distribution of the spaces dedicated to activities of economic type and the emplacement of the known necropolis. Key words: Phoenicians, Urbanism, Malaca. 1. Introducción A pesar de que, como avalan las fuentes escritas, la colonia fenicia de Malaca llegó a ser una de las más importantes entre las situadas en el Círculo del Estrecho, lo cierto es que hasta hace muy pocos años apenas sabíamos nada acerca de su distribución urbanística. Sin em- bargo, los trabajos arqueológicos emprendidos en las últimas décadas han modificado su- stancialmente tal hecho, como tendremos ocasión de comprobar en las páginas que siguen, de manera que, aunque persisten aspectos aún oscuros, no es menos cierto que estamos ya en condiciones de ofrecer una visión general de su desarrollo y principales características. A tal fin expondremos en las páginas que siguen la evolución documentada hasta el mo- mento en este hábitat, abarcando un período temporal que comprende desde sus orígenes constatados hasta el momento, que como podremos comprobar aún siguen siendo en gran medida desconocidos, y el cambio de Era, cuando la impronta romana impone una nueva fisonomía a este enclave, el cual llegará a convertirse en el centro más importante de esta franja litoral. 2. El patrón de asentamiento y su topónimo La colonia fenicia de Malaca se asentó en la margen oriental del río Guadalmedina, a los pies de una colina de 132 m de cota máxima, y sobre otra elevación de menor altura que antaño existía en la zona donde se yergue la actual catedral, la cual se elevaba unos 13 m sobre el nivel del mar (Fig. 1). Como vemos su emplazamiento coincide fielmente con el que observamos en el patrón de asentamiento semita, al situarse en un punto estratégi- co, en este caso la amplia bahía de Málaga, en una península cercana a un cauce fluvial (Hoffmann 1987: 78-80; Zamora López 2006: 343), si bien ya veremos que en lo concer- niente a la distribución de sus necrópolis cabe hacer ciertas matizaciones respecto a la relación entre éstas y el hábitat. 74 juan antonio martÍn ruiz Tal y como nos recuerda el geógrafo Estrabón (III, 4, 2), la antigua Malaca mostraba a los ojos del visitante una fisonomía fenicia, claramente identificable con lo que se ha dado en llamar el “paisaje fenicio” (Sanz Bonel 1998: 16), caracterizado por un urbanismo abiga- rrado con viviendas adosadas unas a otras y un número limitado de calles, la mayor parte de ellas callejuelas de trazado retorcido por más que se procurara siempre aprovechar las curvas de nivel adaptándose a ellas. De esta maraña de callejuelas destacaba un eje, como veremos, a partir del cual se establecía la primitiva ordenación de las viviendas y restan- tes edificaciones, al igual que acontece en Tharros o Cartago. En cuanto a su extensión, y aun cuando todavía es un asunto abierto a nuevas aportaciones, cabe indicar que, al igual que sucede con otros establecimientos semitas peninsulares, fue más bien reducida (Aubet Semmler 2002: 35), discutiéndose todavía si el espacio ocupado por la zona habitada debe estimarse en unas 16 o 17 has (Gran Aymerich 1986: 145-46), o bien convendría reducirlo hasta las 6 o 7 has. (Recio Ruiz 1988: 79-81), cifra esta última que parece la más apropiada por el momento, sin menoscabo de que futuros hallazgos vayan ampliando dicha superfi- cie. No cabe duda de lo arriesgado que resulta intentar ofrecer una cifra de los habitantes que pudo tener esta colonia, ya que, además de no conocerse bien el espacio ocupado por las viviendas, dato que suele utilizarse para estos fines, debemos tener presente que en el ámbito fenicio no era inusual que las casas tuvieran varias plantas como vemos en Tiro, Arados, Cartago o Mozia (Sanz Bonel 1998: 22-23), lo que acrecentaría su número. Aún así, no parece desacertado suponer que ésta oscilaría entre los 200 sugeridos para el Cerro del Villar (Aubet Semmler 2002: 37) y los 1000/1500 estimados para Toscanos (Niemeyer 1986: 117), en todo caso muy lejos de los 15.000 habitantes y 40 has. que tendría Mozia en el siglo VI a.C. (Isserlin 1973: 114). El nombre con el que se conocía en la Antigüedad este enclave nos es conocido gracias a una serie de monedas que acuñaron desde apenas un par de siglos antes del cambio de Era, como comprobaremos más adelante. Hemos de confesar que su topónimo no deja de plan- tear serios dilemas sobre su significado y, sobre todo, acerca de su origen, hasta el extremo de haber sido calificado como problemático (Sanmartín 1994: 239). Sobre su significado se han vertido multitud de propuestas, según las cuales significaría “emporio”, “factoría”, “oficina”, fig. 1- Reconstrucción de la línea de costa de la bahía de Málaga en época fenicia (da Hoffmann 1987) 75 el urbanismo en la colonia fenicia de malaca “reina” o “lugar de escala”, pudiendo hacer alusión a su riqueza en salazones de pescado o a su faceta metalúrgica, de forma que aún no sabemos a ciencia cierta su significado. Mayor importancia tiene, si cabe, el origen de dicho topónimo, pues si para algunos debe ser consi- derado como un vocablo de indudable origen semita (Millás Vallicrosa 1941: 316; Fernández Chicarro 1942: 172; Pellicer Catalán 1995: 104), otros investigadores han puesto en evidencia la dificultad que entraña tal creencia al indicar que «no hay argumentos filológicos que justi- fiquen el origen semítico del topónimo, que carece de vigencia lexemática clara» (Sanmartín 1994: 237), siendo así que incluso se ha propuesto su posible carácter indígena (Escalante 1976: 75-76) al ser la semitización de un vocablo turdetano (García Bellido 2002: 100). Sin embargo, para otros cabría descartar completamente esta aseveración, puesto que la apa- rición de este topónimo en las monedas malacitanas avalaría su carácter oriental (Pellicer Catalán 1995: 104), aunque a ello también se ha replicado que dicha grafía tan sólo sería la transcripción al fenicio de un topónimo indígena (Sznycer 1991: 125-27). Desde nuestro punto de vista creemos que no debe olvidarse el carácter tardío de estas emisiones, por lo que nada impide que dicho topónimo, asimilado desde varios siglos antes, aparezca en ellas como algo consolidado, sobre todo si tenemos presente que muy posiblemente sea la lectura romana del mismo (López Castro – Mora Serrano 2002: 187). Sea como fuere, lo cierto es que la cuestión dista mucho de estar suficientemente clarificada, por lo que, a lo sumo, cabe admitir que nos encontramos ante un topónimo cuyo origen no está en absoluto determina- do y que, quizás, en lugar de considerarlo como fenicio nos remita al nombre con el que era conocido entre los indígenas, tal vez incluso antes de la llegada de los primeros navíos desde Oriente. Posiblemente uno de los aspectos más debatidos por los investigadores en los últimos años haya sido la discusión acerca de la cronología fundacional de los asentamientos feni- cios existentes en Andalucía, en el sentido de discernir si ésta debe situarse hacia el siglo VIII a.C., a finales de la centuria precedente, o inclusive algo antes (Mederos Martín 2005: 305-20). En el caso malacitano cabe indicar que los restos más antiguos constatados hasta el momento no se remontan más allá del siglo VII a.C., si bien no es descartable que algu- nos materiales muy concretos pudieran elevarse hasta la centuria precedente como sucede con algunos fragmentos cerámicos recogidos en superficie en la colina de la Alcazaba, y que pudieran remontarse hasta el siglo VIII a.C. (Arteaga 1987: 213-14). 3. Desde el incio de la colonia hasta el siglo VI a.C. La presencia humana más antigua constatada en este lugar viene dada por la existencia de un poblado indígena que ha sido datado a finales del siglo VIII a.C., el cual estuvo emplaza- do en la margen occidental del Guadalmedina, concretamente en San Pablo, conformado por cabañas de planta ovalada realizadas con materiales perecederos, y en el que se detec- tan materiales claramente semitas junto a otros a mano de origen autóctono en proporción muy superior a aquellos hechos a torno, además de pruebas uploads/Litterature/ el-urbanismo-en-la-colonia-fenicia-de-malaca 1 .pdf

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